Busquemos a otros y hagámonos cargo de la realidad que nos corresponde sin miedo al dolor o a la impotencia, porque allí está todo lo bueno que Dios ha sembrado en el corazón del ser humano. Al mismo tiempo, la parábola nos advierte sobre ciertas actitudes de personas que sólo se miran a sí mismas y no se hacen cargo de las exigencias ineludibles de la realidad humana. Como el viajero ocasional de nuestra historia, sólo falta el deseo gratuito, puro y simple de querer ser pueblo, de ser constantes e incansables en la labor de incluir, de integrar, de levantar al caído; aunque muchas veces nos veamos inmersos y condenados a repetir la lógica de los violentos, de los que sólo se ambicionan a sí mismos, difusores de la confusión y la mentira. Sólo se conocerán sus enfermedades para curarlas, su falta de dinero para proporcionárselo, su necesidad de casa para alojarlo, su deseo de esparcimiento y de distracciones para organizárselas». Sin embargo, al menos debería incluir la gestación de organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos elementales.
Porque «cuando la especulación financiera condiciona el precio de los alimentos tratándolos como a cualquier mercancía, millones de personas sufren y mueren de hambre. El antiguo precepto «amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Lv 19,18) se entendía ordinariamente como referido a los connacionales. La conclusión de Jesús es un pedido: «Tienes que ir y hacer lo mismo» (Lc 10,37). Es decir, nos interpela a dejar de lado toda diferencia y, ante el sufrimiento, volvernos cercanos a cualquiera. La palabra “prójimo” en la sociedad de la época de Jesús solía indicar al que es más cercano, próximo. Discurso a las autoridades, la sociedad civil y el Cuerpo diplomático, Riga – Letonia (24 septiembre 2018): L’Osservatore Romano, ed. Discurso al Parlamento europeo, Estrasburgo (25 noviembre 2014): AAS 106 (2014), 999; L’Osservatore Romano, ed. 2-3; Discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede (12 enero 2015): AAS 107 (2015), 165; L’Osservatore Romano, ed. Homilía durante la Santa Misa, Skopie – Macedonia del Norte (7 mayo 2019): L’Osservatore Romano, ed. Benedicto XVI, Mensaje para la 99.ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado (12 octubre 2012): AAS 104 (2012), 908; L’Osservatore Romano, ed. En 15 días, Núria ha recorrido 75.000 kilómetros para ver jugar a su hija en el Mundial.
71. La historia del buen samaritano se repite: se torna cada vez más visible que la desidia social y política hace de muchos lugares de nuestro mundo un camino desolado, donde las disputas internas e internacionales y los saqueos de oportunidades dejan a tantos marginados, tirados a un costado del camino. 54. A pesar de estas sombras densas que no conviene ignorar, en las próximas páginas quiero hacerme eco de tantos caminos de esperanza. Ya que, si no se lo niego al peor de los criminales, no se lo negaré a nadie, daré a todos la posibilidad de compartir conmigo este planeta a pesar de lo que pueda separarnos. Fuimos capaces de reconocer cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes que, sin lugar a dudas, escribieron los acontecimientos decisivos de nuestra historia compartida: médicos, enfermeros y enfermeras, farmacéuticos, empleados de los supermercados, personal de limpieza, cuidadores, transportistas, hombres y mujeres que trabajan para proporcionar servicios esenciales y seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas… Es una verdad irrenunciable que reconocemos con la razón y aceptamos con la conciencia. 266. Los miedos y los rencores fácilmente llevan a entender las penas de una manera vindicativa, cuando no cruel, en lugar de entenderlas como parte de un proceso de sanación y de reinserción en la sociedad.
Cada sociedad necesita asegurar que los valores se transmitan, porque si esto no sucede se difunde el egoísmo, la violencia, la corrupción en sus diversas formas, la indiferencia y, en definitiva, una vida cerrada a toda trascendencia y clausurada en intereses individuales. 80. Jesús propuso esta parábola para responder a una pregunta: ¿Quién es mi prójimo? «Un maestro de la Ley se levantó y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? Pero estos son signos de un estilo de vida generalizado, que se manifiesta de diversas maneras, quizás más sutiles. Este detalle tiene una importancia excepcional para reflexionar sobre un amor que se abre a todos. Más allá de esto, quien ama y ha dejado de entender la política como una mera búsqueda de poder «tiene la seguridad de que no se pierde ninguno de sus trabajos realizados con amor, no se pierde ninguna de sus preocupaciones sinceras por los demás, no se pierde ningún acto de amor a Dios, no se pierde ningún cansancio generoso, no se pierde ninguna dolorosa paciencia. La guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal.